Por tanto, le invito a pensar en el ayuno. Y antes de emitir opiniones infundadas déjeme explicarle qué pude hacer por usted. El ayuno es una práctica seguramente tan antigua como el propio ser humano. Consiste en conceder un descanso a todos los sistemas de asimilación (en concreto al sistema digestivo) para posibilitar que los de eliminación liberen todos los desechos metabólicos acumulados. En suma, ayunar es dejar de comer durante algún tiempo.
Toda suerte de fantasías giran en la mente de las personas mal informadas cuando oyen algo acerca del ayuno como método curativo. La mayoría de las que he escuchado no sólo carecen de fundamento sino que llegan a ser manifiestamente ridículas. En general la propia naturaleza propone el ayuno cuando estamos enfermos. ¿O, acaso, no sucede a menudo que cuando se siente enfermo pierde el apetito?
Cuando un enfermo no tiene hambre es su propia naturaleza la que está pidiendo un descanso reparador. ¡Cuán erróneo resulta forzar a comer a un enfermo que no tiene hambre! El gran patriarca de la medicina, Hipócrates, ya expresara en sus "aforismos" esta gran verdad:
"Cuanto más alimentes a un organismo impuro, intoxicado, mayor daño le harás y más tiempo tardará en restablecerse o desintoxicarse".
Los animales, con su innata sabiduría instintiva, evitan comer cuando están enfermos dejando que su naturaleza se libre de las impurezas que los enfermaron. Sólo el ser humano ha degenerado tanto sus instintos que se cree en la necesidad de obligarse a comer cuando su cuerpo le dice lo contrario.
La práctica ha demostrado siempre que el ayuno es un método superior de autocuración y que ocurren importantísimos y positivos procesos de eliminación y regeneración durante su práctica. No podrá usted nunca imaginarse la cantidad de desechos metabólicos y toxinas que su cuerpo puede acumular a lo largo de los años. Esas toxinas finalmente se convierten en una auténtica sentencia de enfermedad o muerte.
El ayuno no produce ningún daño a nadie. Pero también es cierto que no todo el mundo tiene la voluntad suficiente para practicarlo. Si usted, que lee estas lineas, cree que no tiene nada que perder ayunando, le recomiendo que no pierda el tiempo p ara experimentar sus beneficios. Si todas las personas practicasen once días de ayuno al año estoy seguro que los gastos sanitarios se reducirían espectacularmente al desaparecer un buen número de enfermedades debidas a sobrecarga de toxinas. ¡Basta probarlo y convencerse!
Pero vayamos por partes... le voy a decir todo lo necesario para beneficiarse de esta práctica. En primer lugar recordemos que este libro está dedicado al cáncer. Todos los que tienen algún tumor pueden beneficiarse del ayuno. Realmente, en la práctica totalidad de cánceres, una dieta baja en proteinas, como hemos visto, sirve para sentar una buena base terapéutica. El desmesurado crecimiento celular de un cáncer debe producirse a expensas de los nutrientes que recibe del sistema. Cuando el cáncer llega a adquirir una entidad considerablemente grande o extensa el paciente sufrirá un progresivo estado de caquexia. Esto quiere decir que comenzará a perder peso y su aspecto se irá viendo cada vez más desmejorado. Esto, a menudo, es el primer síntoma de la existencia de un cáncer cuando no se ha detectado previamente su presencia por otros medios diagnósticos.
El cáncer, al tener un crecimiento tan rápido, puede resultar especialmente sensible a la supresión de la alimentación. Ello significa que durante el ayuno puede ver comprometida su supervivencia (en todo o en parte) por falta del aluvión de nutrientes necesario para su exagerado crecimiento. A menudo, durante la práctica de un ayuno, algunos tumores experimentan necrosis o muerte de alguna de sus partes, lo que limita su desarrollo.
Recordemos que un cáncer es ajeno al orden y las leyes que rigen el resto del organismo. Posiblemente concurran, durante un ayuno, mecanismos de regulación que faciliten la inhibición y lisis de un tumor canceroso. Literalmente, quiero decir, que es posible que el propio cáncer sea devorado por el organismo, utilizado como fuente de energía para el conjunto del cuerpo.
Para ser sinceros habrá que reconocer que, para ser una práctica terapéutica antiquísima, no existe casi ningún estudio clínico sobre sus beneficios. Obviamente esto resulta "explicable" porque de tales estudios no se beneficiaría económicamente nadie. Así que, básicamente, contamos con miles (millones) de practicantes pero ningún estudio sistematizado sobre sus beneficios. No así sobre lo que fisiológicamente sucede en un ayuno que sí es un campo perfectamente conocido.
Todo lo que necesita para hacer un ayuno terapéutico es QUERER HACERLO. Siga leyendo para tenerlo un poco más claro.
Para saber cuánto tiempo tiene que durar un ayuno sólo hay que dejar que la propia inteligencia de nuestro cuerpo nos lo indique. Esto quiere decir que cuando comience su ayuno usted no sabrá los días que durará. Me explico: cuando hayan pasado los tres o cuatro primeros días posiblemente no tenga hambre. Puede ser que, incluso, le desagrade hasta la idea de comer (aunque no se lo pueda creer ahora). El descanso y reparación de su cuerpo habrá terminado cuando vuelva a sentir deseos de comer.
Hagamos un esquema de lo que puede suceder durante un ayuno:
Primeros días (hasta el 4º aproximadamente): posiblemente echará de menos la comida, sentirá ruidos en su estómago y tendrá extrañas sensaciones digestivas que le harán pensar que sería mejor comer algo. ¡No coma!, se calman esas sensaciones simplemente bebiendo agua. Tendrá la lengua sucia, le olerá el aliento y probablemente le duela la cabeza y se sentirá débil.
A partir del 4º día: ya no sentirá hambre. Es más, se sentirá mucho más relajado y con una sensación de energía que seguro no se esperaba. Pero, atención, comenzarán procesos depurativos intensos: mucosidades, expectoración, flujo vaginal, heces malolientes... ¡No interrumpa el ayuno en una fase de eliminación intensa! Imagínese lo bien que llegará a encontrarse cuando todos esos desechos sean eliminados completamente de su cuerpo.
Normalmente un ayuno de once días es suficiente pero... ¿qué pasa si no siente el deseo de comer? Sencillamente, no pasa nada. Significa que su cuerpo no se ha repuesto todavía. Debe esperar a tener hambre. Recuerde que no estamos hablando en este libro de bronquitis o de cálculos biliares. Estamos hablando de situaciones que comprometen su vida y usted se está proponiendo resolverlas.
Preguntará usted... ¿no puedo llegar a morirme de hambre? Le diré: ¿no puede llegar a morirse de cáncer? Pero no se enfade, no pretendo que se muera de hambre. Seguramente sabrá que una persona puede pasarse mucho tiempo sin comer. Ghandi mantuvo ayunos de hasta noventa días, Jesucristo parece que ayunó cuarenta días. Usted no es ninguno de ellos, ya lo sé; sin embargo es habitual que las personas que practican seriamente un ayuno terapéutico lleguen a mantenerlo treinta y más días. Y no se deriva ningún efecto negativo de ello, sino todo lo contrario.
Como es de cáncer de lo que estamos hablando, según sus condiciones, también le puedo recomendar la práctica del ayuno pero con jugos de frutas y verduras. Como expliqué ya en el capítulo dedicado a la dieta básica, ha de proveerse de abundantes frutas y verduras frescas, de cultivo biológico para evitar trazas de pesticidas y otros venenos. Beba cada día alrededor de dos litros. No tome al mismo tiempo frutas y verduras. Quiero decir que una vez tomará un vaso de jugo de frutas frescas y en otro momento un vaso de jugo de verduras frescas.
Este ayuno con jugos permite eliminar toxinas a la vez que se introducen materiales limpios capaces de favorecer la regeneración y actividad del sistema inmune. Al fin y al cabo, en bastantes casos de cáncer, cuando se comienzan a aplicar las ideas prácticas que estoy exponiendo, ya toca luchar hasta con el reloj. Cuanto más precozmente comience a hacer algo por usted mismo, mucho mejor.
Pérdida de peso durante el ayuno. Puede esperarse una pérdida de 400 gramos de peso diarios, dependiendo de la constitución de cada uno. Esto significa que quince días de ayuno le harán perder seis kilos y treinta días unos doce kilos. Bebiendo jugos de frutas y verduras la pérdida de peso puede ser algo menor. Si usted tiene sobrepeso no debe preocuparle en absoluto. Si es usted una persona delgada quizá le intranquilice este aspecto. Sin embargo no representa un gran probleam; de hecho, en este último caso el efecto del ayuno sobre el cáncer puede ser más radical. Si la persona ya está inmersa en un estado de caquexia (pérdida progresiva de peso) debida al cáncer, entonces es una carrera contrarreloj. Pida consejo a su médico o ingrese en una clínica especializada para seguir su ayuno pero, sobre todo, NO PIERDA EL TIEMPO.
Recordatorio de síntomas menos agradables. Cuando usted comience a ayunar le olerá mal el aliento y la lengua se ensuciará adquiriendo un aspecto pastoso. Estos síntomas desaparecen cuando su sistema digestivo se haya depurado completamente. Probablemente le duela la cabeza e incluso algunas articulaciones (algo así como si fuese a tener gripe). Todo esto pasa los primeros días y pone en evidencia la necesidad que usted tenía de ayunar. Todo su curpo se moviliza para eliminar toxinas. Recuerde que también duele la cabeza cuando se cometen excesos con la comida o la bebida. Todos estos síntomas son pasajeros.
Muchas personas se vuelven irritables cuando dejan de comer. Esto le puede pasar a usted. Los primeros días puede estar más nervioso. Debe usted practicar ejercicios respiratorios e incluso dar algunos paseos, mejor acompañado de otra persona por si se siente débil o se fatiga. Tome alguna infusión de tila. No está de más que le diga que los primeros días son decisivos para la continuidad de su ayuno. SU DECISIÓN DEBE SER FIRME. Usted tiene el suficiente auto-control como para llevar a efecto su decisión y cosechar sus beneficios. Lo que suele hacer fracasar un ayuno es el aburrimiento y la rutina que llevan al practicante a pensar en la comida especialmente a las horas en que solía sentarse a la mesa.
Su temperatura corporal puede descender un poco y su pulso acelerarse algo o, en algunos casos, enlentecerse. Ninguno de estos síntomas normales es un problema. Puede que le cueste dormir durante los primeros días. Si nota que retiene líquidos o que no orina lo suficiente no se asuste; continuando con el ayuno pronto se normalizará todo.
Algunas personas con cáncer que han ayunado han pasado días con fiebre. Corresponde esta circunstancia, generalmente, con personas que tienen tumoraciones grandes en las que se producen zonas de necrosis durante el ayuno. Los productos de desecho que provienen de las células malignas que mueren pueden producir lesión inflamatoria y fiebre. No conviene alarmarse excepto sila fiebre es muy alta. Si pasa de 40 grados centígrados habrá que tomar medidas para hacerla descender algo. Hay, a veces, grandes masas tumorales que se necrosan produciendo una gran reacción. Como se dará cuenta esto es muy positivo pero conviene que la fiebre no cause daños por sí misma. Por tanto, si hay fiebre, tómense medidas para mantenerla por debajo de 40 grados centígrados. Pero no conviene suprimirla completamente hasta que ella misma ceda de manera espontanea. Véase el apéndice sobre la fiebre en el cáncer.
Y ahora los síntomas agradables. En primer lugar usted toma una firme decisión y esto, como persona, debe producirle una gran satisfacción. Porque está haciendo algo por sí mismo y tomando las riendas de su vida. La sensación de auto-control que se deriva de practicar un ayuno es una de las más gratificantes que pueda llegar a tener.
Pasados los primeros días usted mismo comprobará como su cuerpo se depura eliminando gran cantidad de tóxicos. Comenzará a sentirse bien, más relajado, más vital. Su energía no decrecerá sino que parecerá aumentar. Finalmente, volverá a usted, en forma natural, la sensación de hambre y se sentirá enteramente nuevo. Pero eso tendrá que experimentarlo por sí mismo.
¿QUÉ ME DICE AHORA... QUIERE PRACTICAR UN AYUNO?
Entonces prepárese: tómese un laxante suave como ciruelas pasas remojadas (comiéndolas y bebiendo el agua en la que han estado toda la noche) o unas gotas de aceite de ricino (puede tomar 10 gotas todos los días, incluso durante el ayuno). También se aplicará un lavado intestinal tal como se describe en el capítulo anterior. Puede realizar esta práctica higiénica cada día o dos durante el ayuno.
Y ya está listo. Si ha tomado su decisión EMPIECE AHORA. Simplemente deje de comer y no lo vuelva a hacer hasta que su cuerpo le diga que todo va bien, pasados más de cuatro días, cuando le pida comida de nuevo. Mientras lo practica puede aplicar muchas otras ideas que le iré describiendo en otras partes de este libro.
Terminando el ayuno. Cuando su cuerpo esté bien y le de la señal de comer de nuevo deberá hacerlo progresivametne. Comience tomando frutas e introduzca progresivamente verduras, purés de cereales integrales, etc... poco a poco, hasta continuar con las ideas dietéticas descritas en los capítulos 5 y 6.
ENLACES INTERESANTES:
- Ayunando.- Sitio con artículos sobre el ayuno, traducidos del inglés. Aunque está tintado de un fondo religioso los artículos contienen información interesante y válida.