3.2.08

EL INDUCTOR SPINAR

Con el discurrir de los años he conocido una variedad casi increible de formas y fórmulas para tratar de resolver el problema del cáncer. Algunas son meras curiosidades. Otras, retales de antiquísimas concepciones del hombre y su entorno. Aún las hay novísimas, raras, lógicas, incoherentes y hasta razonables.

Cuando presenté en el capítulo precedente los brillantes trabajos y experiencias de Lakhovsky también cité su circuito oscilante básico; aquel con el que comenzó curando tumores vegetales y que tan buen resultado parecía dar.

Este primer circuito, lejos aún de su más sofisticado aparato generador de ondas múltiples, consistía tan sólo en un anillo de cobre que no llegaba a cerrarse completamente. Muy parecido a los "torqués" celtas, esos collares y pulseras abiertas con dos protuberancias en sus extremos cuya finalidad (aparte de la meramente estética si es que acaso tenían otras) nos es desconocida.

Lo cierto es que fabricar un circuito "Lakhovsky" es muy simple. Basta conseguir un trozo de cable eléctrico de cobre de aproximadamente un metro de largo. Los dos extremos libres se unen con pegamento plástico (o con alguna pieza de plástico) de tal manera que no se toquen entre si... y ya está. Llevado alrededor del cuello parece aliviar algunas molestias tales como tensiones, dolores y otros males menores. O, al menos, eso es lo que me parece sin haberme parado seriamente a discernir cuánto se debe al circuito y cuánto a la sugestión del que lo lleva. ¡Por cierto!, interesante palabra ésta. ¡Cuántos misterios encierra! Si en vez de criticarla nos diéramos a la tarea de estudiarla seriamente probablemente conseguiríamos una importante regresión de muchas molestias crónicas que asolan el bienestar de tantos millones de personas.

En todo caso, respecto al circuito "Lakhovsky", las cosas parecen ir algo más allá de la mera sugestión. Salvo que las plantas también sean proclives a dejarse sugestionar.

A partir de aquí me voy a referir a otro asunto que tuve la oportunidad de probar in extenso. El denominado Inductor Spinar es un invento español. Se trata de un hilo de aleación metálica recubierta de una fina capa de oro. Adopta la forma del pabellón auditivo humano con una doble vuelta de espira en su longitud media. Terminan sus dos extremos en sendos engrosamientos. Podría tratarse simplemente de una tontería. Como muchas otras.

Mi interés surge cuando, sin esperarlo, me veo envuelto en una extraña relación con este desconcertante dispositivo. Previamente había visto con mediana curiosidad algunas noticias en las que se leía que parecía ser útil en inflamaciones y cáncer. El problema es que las revistas en las que se publicaban estas noticias me inducían a olvidarme de este asunto.

Pero, por esos azares de la vida, la empresa que pensaba comercializar el dichoso inventito me envió, sin cargo alguno, un considerable número de estos inductores con la promesa de poner a mi disposición cuántos quisiera con el fin de que emitiera un veredicto.

Ya en mis manos pensé que no podría derivarse ningún mal para nadie si lo colocaba en alguna que otra oreja. Y así lo hice.

En modo alguno se puede tomar mi experiencia como estudio concluyente acerca del Inductor Spinar. Sin embargo debo enfatizar que me pareció una experiencia positiva.

Las primeras veinte personas a las que suministré este pequeño dispositivo presentaban como dolencia principal las siguientes: mastopatía fibroquística (5), adenoma de próstata (2), neuralgia del trigémino (2), síndrome del túnel carpiano (3), dolores articulares (6), quistes vaginales de carácter benigno (1), mioma endometrial (1).

Todos los casos manifestaron haber experimentado una gran mejoría en el plazo de un mes. Los quistes desaparecieron o se redujeron en todos los casos, a veces espectacularmente (en cinco casos). Los dolores cedieron o desaparecieron.

Obviamente no es posible afirmar rotundamente que todas las mejorías se debieran directamente al Inductor Spinar ya que iba incluido en el contexto de un tratamiento moderado que incluía otras medidas. Excepto en los casos del síndrome de túnel carpiano, neuralgia del trigémino, la paciente con quistes vaginales benignos y dos casos de mastopatía. Posteriores experiencias continuaron proporcionándome resultados interesantísimos.

En los casos de cáncer el dolor parece disminuir o desaparecer, además de las inflamaciones secundarias que, a veces, acompañan a estos procesos.

Creo sinceramente que este sencillísimo dispositivo merece algo de atención por parte del personal sanitario cualificado. Inicialmente incluí este capítulo especialmente porque la empresa distribuidora se ofreció a facilitar todos los Inductores necesarios a cualquier organismo (clínica, hospital o médico) que se comprometiera a realizar un seguimiento serio y a emitir un informe objetivo acerca de los resultados. Hoy esta empresa ya no existe. Es posible que su inventor, D. Manuel Sánchez Espinar o su familia continúen fabricándolos en su taller de Peñaflor (Sevilla, España).

Dejo, pues, la puerta abierta. Por lo que a mi respecta me alegro de haber tenido muy interesantes experiencias con este Inductor Spinar.

FOTOS DE CIRCUITOS OSCILANTES BÁSICOS DE LAKHOVSKY:

circuito oscilante básico Este sería un circuito oscilante básico. Como se ve es extremadamente simple: un anillo abierto de cobre. Se puede reproducir con un simple cable eléctrico de cobre rígido.



circuito oscilante tipo Lakhovsky
Y este es otro modelo de circuito oscilante tipo Lakhovsky.




















Fotografía de una experiencia con plantas y el circuito Lakhovsky.

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