Cuando tenía compuesta una parte del manuscrito original tuve que enfrentarme a una pregunta fundamental: ¿a quién va dirigida esta obra?
Pretendía justificar cada párrafo con gran número de evidencias bioquímicas, fisiológicas y anatomopatológicas. Quería reunir, además, la mayor cantidad posible de referencias y datos que aportasen alguna luz sobre el problema del cáncer y sus tratamientos alternativos eficaces.
A pesar de lo que había avanzado en esta tarea, el sentimiento de insatisfacción seguía una progresión creciente. Y es que a medida que el texto ganaba en rigor científico más se apartaba de la comprensión del lector no iniciado en medicina, química, biología o farmacología.
De aquí que fuese imprescindible formular la pregunta renglones arriba citada; resultaba, pues, apremiante.
Algunos objetarán que el rigor científico no tiene porqué estar reñido con la sencillez explicativa ni con la claridad conceptual que pueden hacer comprensible el texto para cualquiera que sepa leer.
Pero, debo responder, que no es tan fácil como parece. Renunciar al lenguaje técnico-científico supone que la obra sea hojeada con desprecio por una buena parte de mis queridos colegas y, finalmente, rechazada. Utilizar tal lenguaje dificultaría la comprensión de las ideas fundamentales a los profanos en la materia.
Podría incluir un glosario de términos especializados pero, francamente, creo que continuarían existiendo complicaciones para entender los razonamientos.
En resumen, la respuesta a la pregunta planteada definió finalmente el estilo y método a utilizar.
¿A quién va dirigida esta obra?
A quienes se les ha diagnosticado un cáncer, a sus familiares y allegados. Va dirigida, por tanto, a quienes pueden beneficiarse directamente. Por tanto, opto por un modelo que explique claramente cuanto pueda ser de utilidad en el tratamiento de esta enfermedad.
Todo lo expuesto es fruto de la experiencia. No sólo de la mia sino la de todos cuantos han realizado aportaciones de importancia y utilidad práctica; médicos e investigadores con más méritos que éste que escribe. Mi experiencia se limita a unos cuantos cientos de casos seguidos con el máximo rigor, seriedad y todo el cariño de que he sido capaz. Mis referencias sobre pacientes con cáncer apenas sobrepasan, en este momento, la cifra de un millar. Realmente no son muchos, pero tampoco una nimiedad.
En los últimos años he visto resultados muy satisfactorios que incluyen remisiones totales de tumores malignos. También respuestas más positivas de lo habitual con tratamientos convencionales (cuando se han efectuado teniendo en cuenta, además, las ideas que este pequeño tratado expongo). En otros casos he observado una considerable elevación de la calidad de vida del paciente.
Por tanto, considero necesario compartir estas cosas. Tengamos en cuenta que una parte considerable de las personas que aplicaron algún tratamiento alternativo y fueron seguidas en su evolución por mi estaban previamente desahuciadas y se había abandonado la esperanza de poder aplicar tratamiento alguno, excepto la analgesia para combatir el dolor. Esto me lleva a creer, con fundamento, que cuanto más precozmente se apliquen los métodos que expongo, tanto mejores serán los resultados.
He intentado, por tanto, ofrecer un tratamiento integral que abarque todas las áreas del ser humano que considero están implicadas, en mayor o menor grado, en un proceso canceroso. Opino que, sin tener en cuenta todos estos aspectos, no se puede pretender una curación real.
Esta enfermedad, como tantas otras, no es un hecho aislado en la economía corporal. No puede "atacarse" localmente y aspirar a eliminar así el problema. La solución estriba en tratar la totalidad del organismo y de la psiquis. Lo que hoy, en los actuales sistemas sanitarios es casi una utopía, mañana tendrá que ser una realidad práctica.
En muchos lugares del mundo existen asociaciones de afectados y médicos que reclaman su derecho a elegir tratamientos alternativos. Y esta demanda sigue una progresión creciente. Esta conciencia social y médica se desarrolla ante los discutibles resultados que se obtienen con los tratamientos médicos convencionales. Esta realidad se encuentra magistralmente expuesta en el libro "Las alternativas en la terapia del cáncer" de los Drs. Pelton y Ovelholser. La existencia de esa obra contribuye a que me haya decidido a evitar extensas explicaciones científicas sobre los métodos que expongo.
A quienes padecen cáncer les ruego que hablen de estos asuntos con su médico y le notifiquen su decisión acerca de aplicar un tratamiento alternativo. De esta fórma el médico seguirá su evolución. Si no está dispuesto a escuchar o considerar el tema entonces le sugiero buscar a otro médico que no tenga la "cabeza cuadrada". Hay muchos y muy buenos.
1 comentario:
Me parece una buena manera de difundir la obra de Lezaeta,yo la lei hace 35 aaños y resulto beneficiosa cuando la puse en practica,sinceamente no crei al principio,pense que si fuera cierto los medicos ya la hubieran tomado en cuenta para alibiar a sus pacientes,despues de que vi el resultado.en la persona que sano de apendicitis,esto comprobado por iridologia recomendada en la misma obra,pense buscar un enfermo terminal para comprobar lo que parecia increible.
Lo encontre y aunque me costo trabajo conbencerlo se sometio al tratamiento y se curo vivio 30 años mas y si murio fue por no hacer lo indicadi totalmente.
Ese resultado me hizo proponerlo a un catedratico en la unam pero el solo me aconsejo estudiar medicina para disipar cualquier intencion de dibulgar el resultado,para esto ya habia yo armado y adaptado el aparato de vapor como pude,ademas ya habia sometido y curado a otras personas,Triste por los comentarios del doc.pense en no hacer mas pero luego reaccione ,si es verdad lo que dige vale la pena intentarlo.y estudie medicina,con esto me respondi el por que los medicos no lo usan,NO ES NEGOCIO CURAR AL PACIENTE DEJA DE SER PACIENTE.Ahora ya lose pero tambien vi que a la gente no la gusta el agua fria,prefieren morir a someterse al metodo,aDemas los medicos les aconsejan no hacerlo,estoy viviendo en la miseria por continuar un ideal vivo con un tesoro y no tengo ni que comer.
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