16.1.08

HIDROTERAPIA DE COLON

No se salte este capítulo. Hasta ahora ha leído ideas muy importantes. Si aceptamos las tesis de la Dra.Kousmine (y comprenda que es bastante coherente) nuestro intestino se convierte, si no está en buenas condiciones, en una fuente muy importante de auto-intoxicación. Aceptando, además, que un tumor sea un mecanismo de defensa o, dicho de otra forma, un foco de atracción de toxinas y microorganismos patógenos, convendrá no solo proporcionar los materiales para una buena regeneración de su pared sino evitar la permanencia de toxinas en su luz.

Desde hace miles de años parece que esta idea ha convivido con nosotros. Por eso la práctica del lavado intestinal ha perdurado hasta nuestro siglo formando parte de muchos sistemas destinados a promover la salud.

Liberar al intestino de la suciedad acumulada se traduce en una acrecentada sensación de bienestar físico y mental. La sangre se libra de toxinas y ello se nota claramente en la piel, que va adquiriendo un aspecto más limpio y saludable.

El estreñimiento es una causa importante de malestares y enfermedades. Casi todas las dolencias, según mi experiencia, mejoran en mayor o menor grado con un intestino limpio. Aún así, un funcionamiento regular del intestino no lo es todo. Podemos evacuar todos los días y continuar intoxicándonos debido a una alteración de la permeabilidad intestinal. Parte de la solución está expuesta en el capítulo anterior. La información relativa a este importante aspecto se completa con la lectura atenta de estas lineas.

La hidroterapia de colon es un sistema moderno de limpieza intestinal que se realiza en centros especializados. Una cánula introducida en el recto permite hacer pasar al interior del intestino agua limpia a una temperatura controlada. Posteriormente es absorbida con todos los detritus por otro orificio de la misma cánula. El procedimiento es sencillo pero muy efectivo. Los resultados positivos sobre todo el organismo son fácilmente evidenciables.

La hidroterapia de colon es altamente recomendable tanto para personas sanas como enfermas. Tal vez cerca de su casa haya un centro donde se aplique. Es recomendable cada quince días o cada mes una limpieza de este tipo.

A la persona que padece cáncer le sugiero, además, realizar un sencillo lavado intestinal en su propia casa. Basta adquirir en la farmacia un "enteroclisma". Consiste en una bolsa de plástico con un tubo en cuyo extremo hay una cánula con un pequeño grifo.

Una vez nos hemos hecho con este sencillo instrumento prepararemos una infusión de manzanilla (dos bolsitas pequeñas para dos litros de agua) o de café natural, no torrefacto (dos cucharadas de café molido para dos litros de agua). Emplearemos agua sin cloro (de manantial, mineral o embotellada). Se cuela si es necesario y se deja enfriar hasta que esté a la temperatura del cuerpo.

Para aplicarlo podemos tendernos sobre una toalla en el mismo cuarto de baño. Podremos un litro en la bolsita y eliminaremos el aire del tubo. Colgaremos la bolsa en un lugar apropiado de manera que esté más alta que nuestro cuerpo cuando se halle recostado en la toalla, en el suelo. Acostados sobre el lado izquierdo del cuerpo introducimos la cánula (con el grifo cerrado) en el recto. En caso de tener dificultades usaremos algo de vaselina o aceite pero, en realidad, es muy fácil pues se trata de una cánula muy fina. Luego basta abrir el grifo para que el líquido entre suavemente en el intestino.

La primera vez, por la abundancia de residuos, es probable que se experimente una molesta sensación de presión al poco rato e intensos deseos de evacuar. Si es así, aún antes de haber hecho pasar el litro, cerraremos el grifo, sacaremos la cánula y evacuaremos tranquilamente en el inodoro.

El segundo litro (que ya estará un poco más fresco) nos lo pondremos acostados sobre el lado derecho. Si es posible lo retenemos unos minutos, los que sea cómodo, y lo expulsaremos.

Este sencillo procedimiento, en el caso de sufrir un proceso neoplásico, deberemos transformarlo en una rutina diaria, junto a las demás ideas que irá incorporando a su vida con la lectura y comprensión de este texto.

Es interesante, tras este lavado intestinal, instilar en el recto, con una pera de goma, 100 mililitros de aceite de girasol virgen prensado en frío y retenerlo (no expulsarlo) con el fin de que sea absorbido proveyendo al organismo de elementos regeneradores que le son muy necesarios.

En general no existe contraindicación alguna para esta práctica y no debe producir ningún efecto indeseable. Si acaso cierto grado de hipotensión en algunas personas bien por el acto de acostarse e incorporarse, por la evacuación abundante o por una reacción a la estimulación intestinal. Por tal motivo le recomiendo que, en principio, haga esta práctica cuando haya alguien en casa y no cierre con pestillo el cuarto de baño. Si nota algún mareo tiéndase en la toalla inmediatamente.

La práctica del lavado intestinal se traduce en una general sensación de bienestar y energía. Contribuye de una manera decisiva a impedir la acumulación de gérmenes y toxinas en el sistema.

La flora intestinal benéfica no sufre con el lavado intestinal. En todo caso las amigables bacterias que nos son útiles tendrán un terreno propicio para reproducirse y realizar sus funciones. Basta tomar, para ayudarlas, una cucharada de vinagre de manzana (con las ensaladas, por ejemplo), un buen yogur, kéfir o productos especialmente compuestos para tal fin como el Lacticol (Soria Natural) o similares destinados a apoyar la flora intestinal que encontrará en su centro dietético.

Cualquier persona sana debería practicar un lavado intestinal cada semana o cada quince días como parte de su higiene normal. Para ello puede alternar las dos infusiones que le sugiero para preparar el agua.

¿Lo ha entendido? No es cuestión de si le gusta o no sino de practicarlo y obtener el beneficio.