31.1.08

GEORGES LAKHOVSKY Y LA ENERGIA DE LA VIDA

Georges Lakhovsky fue uno de esos genios a los que, desafortunadamente, hemos relegado al olvido. Creyó firmemente que la vida, ante todo, es un legado de la energía. Que la vida se sostiene por la energía. Que, en suma, la vida es energía. Lo interesante es que no sólo fue un teórico sino un demostrador práctico de sus pensamientos.

Afirmó que las células poseen diminutos circuitos oscilantes de energía. Quiso ver en los cromosomas y condriomas celulares la fuente de esa energía oscilante. Y todo ello lo explicó en un tiempo, casi a principios del siglo XX, en el que todas estas cosas sonaban a ciencia ficción barata.

Hoy, sin embargo, sabemos que no erró en sus apreciaciones. Es verdad que las células emiten energía. La podemos medir. Todo nuestro organismo realiza sus funciones gracias a los potenciales eléctricos que son capaces de provocar sus células. Lakhovsky creyó que los cromosomas y condriomas celulares eran, como ya vimos, microscópicos circuitos que oscilan entre el pulsante mar de ondas que es la vida. Tales elementos, como tubos de materia aislante entre un líquido semejante en su composición al agua del mar (conductor de la electricidad) producen casi infinitas gamas de longitudes de onda.

Antes que Lakhovsky hubo algunos, incluido ese otro genio llamado Marconi, que entendieron que un día la energía vendría a proporcionarnos el misterio de la vida. Pero Lakhovskyk se dio cuenta que las distintas frecuencias energéticas que podríamos utilizar en medicina presentaban, en potencia, algunos peligros. Cuando se utilizan frecuencias energéticas con la intención de conseguir un efecto terapéutico, ¿cómo saber a cual de esas frecuencias responderá positivamente la célula?

Explicó que esos diminutos circuitos eléctricos celulares son susceptibles de desequilibrarse por múltiples causas: ondas cósmicas, atmosféricas, telúricas y las producidas por aparatos eléctricos creados por el propio ser humano, las alteraciones minerales del protoplasma celular, las agresiones a las membranas celulares (por ejemplo, por los llamados radicales libres)...

Fue Lakhovsky el pionero práctico en estas materias. Hoy podemos aceptar, sin ninguna duda, muchos de sus postulados pero no parecemos dispuestos a reconocer que él fue quien removió el mundo del pensamiento para revolucionar nuestras ideas y hacer avanzar la ciencia.

¿Acaso no sospechamos ya que los campos electromagnéticos de baja frecuencia son responsables de algunas de esas locuras celulares que llamamos cáncer?. Puede que no todos estén dispuestos a aceptarlo pero este es el fundamento de las demandas judiciales de afectados por lineas eléctricas de alta tensión que pasan cerca de las casas. La estadística ha apoyado estas demandas. Sabemos también, al menos en parte, cómo afectan al sistema nervioso humano las tormentas electromagnéticas solares. Y también existen interesantes estudios sobre las influencias telúricas sobre el organismo humano. Desgraciadamente no avanzamos con la rapidez que requeriría tan preocupante tema. De todo esto me ocuparé en los siguientes capítulos.

Sabemos que las células sanas dispersan una diferencia de potencial que podemos medir en milivoltios y que cuando enferman disminuye notablemente.

Por todo ello y mucho más Lakhovsky estaba convencido de que era posible estimular a las células para que su oscilación eléctrica retornase a la normalidad y así revertir el estado patológico. Pero ¿cómo saber cual será la longitud de onda y la frecuencia apropiada para cada célula?

Después de numerosas experiencias construyó un aparato capaz de producir un campo electromagnético que reproducía todas las frecuencias interesantes. Estimulada de esta forma cada célula puede vibrar en resonancia con su propia frecuencia. Hoy en día es muy sencillo realizar un instrumento semejante.

Su aparato (FOTO 1) consistía en un emisor y un receptor basados en el "circuito oscilante" que ya había utilizado con éxito durante muchos años. Son notables sus experiencias previas con plantas y animales a los que se provocaban determinados tipos de tumoraciones y que retornaban a la normalidad con un simple circuito abierto (que describiré en el próximo capítulo). Se trataba, por tanto, de un oscilador que reproducía todas las longitudes de onda fundamentales desde 10 centímetros a 400 metros, con todas las frecuencias entre 750.000 ciclos por segundo a 3.000.000.000 emitiendo, además, numerosas frecuencias armónicas que ampliaban la gama desde 1 a 300 trillones de pulsaciones por segundo. Entre esta escala de vibraciones se encuentran todas las posibilidades vibratorias de las células de nuestro organismo y, por tanto, se consigue (por el fenómeno de la resonancia) que recuperen su normalidad energética y funcional.

Todo esto sería apenas una teoría medianamente curiosa si no fuera porque desde el año 1930 numerosos médicos y enfermos certificaron la extraordinaria utilidad del oscilador de Lakhovsky. Antes ya había curado radicalmente muchos casos de los llamados "cánceres vegetales", por ejemplo, el de los pelargoniums a los que se inocula la Bacterium tumefaciens.

Pero desde principios de los años treinta el aparato de Lakhovsky se utilizó en diferentes hospitales de París (Hôpital Saint-Louis, Val de Grâce, Calvaire, Hôpital Necker, Dispensaire Franco-Britannique, laboratorios de la Fédération Nationale de Blessés du Poumon y el Institut de Physique Biológique). En todos estos hospitales e instituciones se recogen testimonios firmados y certificaciones de diferentes doctores que nos ponen en la grave tesitura de tener que explicarnos cómo es que todo esto ha quedado sepultado entre la más flagrante ignorancia.

No es posible reproducir aquí la ingente cantidad de informes positivos que generó el uso de su oscilador celular en los años treinta, incluyendo un número elevado de curaciones de casos de cáncer certificadas por prestigiosos doctores que tuvieron la suficiente amplitud de criterio como para aceptar probar el aparato.

No me resistiré, sin embargo, a citar algunos a modo de ilustración. Provienen, en su mayoría, de centros distintos a los hospitales citados renglones arriba que son los que dieron lugar a la mayor cantidad de informes, algunos difíciles de creer:

- El profesor Sven Johansson del Hospital de Goeteborg que aporta el seguimiento fotográfico de la curación de un caso grave de radiodermitis.

- El Dr. Pierre Rigaux, médico jefe del Institu de Physique Biológique, relata la curación de un caso grave de tumor genital y subraya la enorme utilidad del oscilador de Lakhovsky. Este testimonio se halla publicado en el "Bulletin Mensuel de la Societé Medicale des Practiciens" de febrero de 1933. El artículo termina diciendo que no es su intención entrar en polémicas ni establecer comparaciones entre diferentes tratamientos pero insiste en que, según su experiencia, al menos "todos los dolores desaparecen y que siempre se asiste a un mejoramiento notable del estado general del paciente". Esto después de relatar una remisión total de un caso de cáncer diagnosticado. En todo el artículo, reflejo de la sesión de enero de 1933 de la citada sociedad, no afirma en ningún caso que la máquina de Lakhovsky cure el cáncer. Sólo repite: "juzguen ustedes mismos".

- El Dr. Raúl Araujo, médico jefe del Hospital Profiláctico de Montevideo, escribe después de una larga experiencia con el oscilador: "...su notable aparato me ha dado enormes satisfacciones y maravillosas curaciones. En el cáncer, la radiodermitis, epilepsia, anemia, hipertensión, uremia, úlceras gastroduodenales, los resultados sobrepasan todas las esperanzas...".

- El Dr. Leonida Roversi, médico jefe de una clínica en Bologna (Italia) se deshace en elogios y admiración hacia Lakhovsky cuando relata los numerosos casos de importantes curaciones con el uso de su oscilador. Entre esos casos se encuentra un adenocarcinoma de mama, así como otras dolencias que habían resistido todos los tratamientos de la época.

- El Dr. Postma, de Groningue, esperimenta con la máquina junto con el Dr. Kliser sobre un paciente que sufría una úlcera cancerosa de doce centímetros. En el informe que remiten al propio Lakhovsky tras una importantísima recuperación del enfermo afirma: "estoy persuadido de que su método es de la más grande importancia".

Y,por no sobrecargar este texto, citaré por último al Dr. Hulin, quien fuera prestigioso médico dentista del Hôpital Chirurgical de la Salpêtrière que afirmaba haber obtenido con el aparato Lakhovsky extraordinarias curaciones de la piorrea alveolaria como nunca había conseguido hasta la fecha por ningún otro medio. Y para que constase presentó todo tipo de pruebas de ello ante la Société d´Odontologie de París el 20 de julio de 1933 y el 27 de marzo de 1934, con ocasión del Congreso Anual de la citada sociedad.

A continuación incluyo la descripción de uno de tantos casos tratados con el oscilador celular Lakhovsky junto con una serie de fotografías:

Calvaire.- Señora S., ochenta y dos años. Epitelioma en la parte superior de la mejilla izquierda, de tres centímetros de ancho por seis centímetros de altura, llegando hasta el cuero cabelludo. Esta enferma fue tratada en un centro especializado en cáncer hace tres años.

Después de una operación efectuada en 1929 en tal centro, de un grano indurado sospechoso, se le formó una llaga ulcerada de naturaleza neoplásica. En 1929 y en 1930 se le realizaron dos aplicaciones de radium. Después de éstas se constató una mejoría, pero de corta duración. El tumor persistía y progresaba cada vez más.

Otro pequeño tumor del grueso de una alubia hizo su aparición en la región suborbitaria izquierda. En el cuello se apreciaban algunos ganglios muy duros, uno de ellos del grueso de un huevo de paloma, en la región submaxilar izquierda. La oreja presentaba edema con la piel queratinizada.

Hacia la mitad del mes de abril esta enferma, dado que su estado se había agravado después de tres años, es enviada al Hôpital du Calvaire. El 26 de abril de 1932 se somete a la paciente al tratamiento con el oscilador Lakhovsky de longitudes de onda múltiples durante quince minutos. Este tratamiento se repite el 28 de abril durante diez minutos.

El 10 de mayo, tras estas dos aplicaciones, el tumor principal disminuyó de una manera muy notoria y se cae la postilla. No queda más que una pequeña llaga de un centímetro y medio de ancho por dos centímetros de alto. El pequeño tumor suborbitario ha desaparecido. (FOTO 4)

Se la somete nuevamente, el 12 de mayo, a la irradiación del oscilador Lakhovsky de longitudes de onda múltiples, durante veinte minutos. El edema de la oreja y los ganglios desaparecieron.

El 28 de mayo, la superiora del Calvaire declara que se dejó de aplicar cualquier tipo de cura a la enferma porque estaba completamente curada. En la fotografía tomada el 30 de mayo de 1932 (FOTO 5) se puede apreciar que no solamente el tumor había desaparecido completamente sino que, además, la epidermis mostraba un aspecto rejuvenecido y las arrugas de esta mujer de ochenta y dos años estaban considerablemente disminuidas. La piel se veía lisa, rosada y tersa como la de una mujer joven.


CÓMO SE APLICA EL TRATAMIENTO. El aparato se compone de un emisor y un receptor que provocan un campo electromagnético de múltiples longitudes de onda. Los dos resonadores citados se colocan uno frente a otro, a una distancia de 1,3 a 1,5 metros. El paciente se ubica en medio, sentado en una silla no metálica sino de algún material aislante como la madera (FOTO 2).

La duración de la sesión dependerá del estado del enfermo y el estadío de la enfermedad. En principio quince minutos son suficientes en cada sesión. Se pueden obtener excelentes resultados con irradiaciones de cinco a siete minutos cada dos días. Algunos médicos opinan que cada sesión debe durar de diez a doce minutos. Finalmente, el número de sesiones necesarias es extremadamente variable, dependiendo del estado y las reacciones del enfermo.

INFLUENCIA DE LA NATURALEZA GEOLÓGICA DEL TERRENO EN EL TRATAMIENTO. El singular descubrimiento de Lakhovsky que a continuación relataré fue un paso más en el desarrollo de sus revolucionarios planteamientos. Sin embargo, como se verá en siguientes capítulos, aún es hoy un aspecto marginal de la medicina al que, posiblemente, no se le concede su justa importancia.

Mientras se desarrollaban las extraordinarias experiencias en distintas partes del mundo con su oscilador multifrecuencia, Lakhovsky observaba que los resultados obtenidos no eran iguales en los diferentes hospitales. En el "Calvaire" conseguía excelentes resultados con apenas cuatro sesiones en quince días (de este lugar, recuérdese, era el ejemplo que incluimos en el capítulo). Curiosamente, en el hospital Necker hacían falta, por término medio, quince a veinte sesiones para obtener resultados tangibles. En otros hospitales se necesitaban hasta veintiséis sesiones para obtener una curación completa.

Tras cuatro años de experiencias en diversos países observó que sucedía el mismo fenómeno. Por ejemplo, en el hospital romano "Bambino Gesú" se conseguían resultados muy satisfactorios con su máquina pero el mismo aparato ubicado tan sólo a algunos centenares de metros más lejos no producía más que efectos mediocres. En el Instituo Anticanceroso de Montevideo, los médicos que lo empleaban referían destacadas curaciones, lo mismo que en Holanda, Suecia y Bélgica. Los informes de España, sin embargo, no arrojaban más que resultados mediocres en el tratamiento del cáncer.

Esta variabilidad de los resultados según el lugar donde se aplicase el tratamiento le llevó a estudiar la carta geológica de París. Así, encontró una relación directa entre la naturaleza del suelo donde se levantaba cada hospital y los resultados que se obtenían con su oscilador.

Por ejemplo, el hospital Saint-Louis, en el que se obtenían resultados extraordinarios y rápidos se había construido sobre un suelo con abundancia de yeso y rocas muy conductoras de la electricidad. El "Calvaire", otro lugar emblemático por las renombradas curaciones que allí se dieron estaba ubicado sobre un suelo arcilloso muy conductor de la electricidad. Por el contrario, en el Val-de-Grâce el terreno era predominantemente arenoso, aislante y los resultados que se cosechaban con la máquina muy lentos. Igualmente, el hospital Necker, en donde se necesitaban veinte o veinticinco sesiones para obtener un resultado apreciable se había edificado sobre un suelo de gruesas rocas calcáreas, aislantes.

Por tanto, se obtenían resultados excelentes en los lugares con suelos conductores de la electricidad y mediocres si el suelo era aislante. Ello era debido, según explicaba el propio Lakhovsky, a que la energía del emisor era íntegramente captada por el receptor (tras atravesar el cuerpo del paciente) y después absorbida por la tierra. Esto último dependía, naturalmente, de la conductibilidad del terreno. Afirmaba, sin embargo, que su aparato podía ser utilizado con éxito aún en caso de que el subsuelo fuese de naturaleza aislante. Para ello era necesario aplicar el tratamiento en un piso superior con la idea de que la masa metálica de la estructura del edificio sirviese de conductora. También podría subsanarse, en cierta medida, el inconveniente de un suelo aislante colocando en el piso una hoja de plomo o una tela metálica. Pero siempre era preferible que el subsuelo fuese predominantemente conductor.

LAS CAUSAS DEL CÁNCER SEGÚN LAKHOVSKY. Para él siempre se trataba de un desequilibrio oscilatorio de las células imputable a radiaciones capaces de perturbarlas durante un tiempo suficiente. El origen de estas radiaciones perturbadoras estaba en el cosmos, la atmósfera, el subsuelo, aparatos eléctricos, rayos X, radium, rayos ultravioleta y otras formas de energía.

Hoy es posible aceptar que muchas de las radiaciones por él citadas pueden ser causantes del desarrollo de un cáncer. Está fuera de toda duda la acción cancerígena de las radiaciones ionizantes. Casi todo el mundo conoce ya la nefasta acción de un exceso de radiación ultravioleta. Algunos estudios epidemiológicos relacionan radiación electromagnética de baja frecuencia (emitida por ciertos aparatos eléctricos y llineas de alta tensión) con el cáncer. La influencia de ciertos lugares puede ponerse en duda pero también es posible establecer ciertas conclusiones epidemiológicas. El paso de los años tiende a confirmar las tesis del ingeniero Lakhovsky.

Desde el punto de vista terapéutico, para Lakhovsky la solución del cáncer estriba en actuar sobre dos partes del problema: suprimir la causa restableciendo la oscilación celular normal y destruir las células cancerosas.

Ubicando a la persona afectada en un lugar libre de influencias negativas mejorará su estado y el organismo tendrá mejores opciones para producir una regresión del proceso. Aún así está claro que el organismo por sí sólo no siempre triunfa. Pero cuando se refuerza la oscilación celular la acción reparadora del organismo se manifiesta de una forma más efectiva de tal manera que es posible llegar a la curación en unas pocas semanas. Tal era el planteamiento de Lakhovsky.

LA QUIMIOTERAPIA LAKHOVSKY. Especialmente para el tratamiento de tumores externos utilizaba ciertas soluciones químicas que atacaban directamente a las células cancerosas. Para tal fin se aplicaba un apósito de gasa o algodón empapado en la solución sobre el tumor. Al situar al sujeto entre el campo electromagnético del oscilador las corrientes de alta frecuencia emitidas por el electrodo atravesarán el tumor arrastrando hacia él las moléculas de la sustancia que embebe el apósito la cual destruye el tejido neoplásico. Las soluciones empleadas eran las siguientes:

- Nitrato de plata en solución de agua destilada al veinte por mil.
- Yoduro potásico en solución de agua destilada al diez o veinte por mil.
- Azul de metileno en solución de agua destilada al diez o veinte por mil.

Según los casos se obtendrán mejores resultados con una u otra de estas soluciones por lo cual es necesario ensayarlas hasta encontrar la que produce el mejor efecto.

MI SINCERA APRECIACIÓN. Es necesario subrayar que no tengo una experiencia directa con el oscilador de Lakhovsky. Hace algunos años contruí un emisor de ondas electromagnéticas multifrecuencia muy sencillo para estudiar sus posibilidades. No era igual al de Lakhovsky pues difería en numerosos detalles. El mío era notablemente inferior y, entre otras diferencias, no constaba de emisor y receptor sino tan sólo de un circuito impreso en espiral que hacía de emior.

A pesar de todo obtenía buenos resultados sobre el dolor y las inflamaciones cuando se aplicaba el pequeño emisor localmente. Pude seguir algunas regresiones de masas tumorales de pequeño tamaño y mejoras funcionales interesantes en articulaciones y órganos. El tratamiento con un aparato de tan poca potencia debía durar al menos una hora todos los días y, por tanto, no resultaba práctico a no ser que el paciente lo tuviese en su casa. Por ello, finalmente, dejé de utilizarlo de manera sistemática pero con la convicción de sus muchas potencialidades terapéuticas. Desde entonces pasé a recomendar la aplicación de campos magnéticos estables, producidos por imanes convencionales.

En fin, el oscilador de frecuencias múltiples de Lakhovsky representa una alternativa coherente, bien fundada y no peligrosa al utilizar frecuencias por debajo del infrarrojo totalmente inocuas. Avalado por numerosas experiencias, testimonios y el entusiasmo de la mayoría de los médicos que tuvieron el valor de probarlo antes de opinar.

Cabe destacar que Georges Lakhovsky y su familia sufrieron una implacable persecución por parte de los sectores más reaccionarios de la medicina. Muerto el notable ingeniero francés su familia, tal vez asustada por el cariz de las amenazas que recibían, permitió que se relegase al olvido una vida y un trabajo extraordinarios.

Copia de la patente de la máquina diseñada por Lakhovsky [Pdf].

FOTO 1:
Oscilador de longitudes de onda multiples de Lakhovsky
Oscilador de longitudes de onda múltiples de Lakhovsky. En esta foto se muestra el aparato original completo con sus dos resonadores a base de circuitos oscilantes.

FOTO 2:
George Lakhovsky
George Lakhovsky mostrando cómo se coloca el sujeto a tratar entre el emisor y el receptor de su aparato de longitudes de onda múltiples.

FOTO 3:

La señora S., fotografiada el día antes de ser tratada, el 25 de abril de 1932. Obsérvense las arrugas del cuello y la piel envejecida de esta mujer de 82 años.

FOTO 4:

La misma señora S. fotografiada 16 días después habiendo recibido tan sólo dos sesiones del tratamiento. Obsérvese el rejuvenecimiento del cutis. El tumor suborbitario ha desaparecido y el otro está significativamente disminuido. Las arrugas maxilares y submaxilares casi han desaparecido también. La fotografía está tomada el 10 de mayo de 1932.

FOTO 5:

La señora S. un mes después. La curación es completa. Esta dama de 82 años muestra una piel tersa y rosada. La fotografía está tomada el 30 de mayo de 1932.

FOTO 6:

Fotografía tomada durante el tratamiento de la señora S. en el Hospital du Calvaire. Detrás de la enferma está el Dr. Marquer, médico jefe del hospital, el Dr. Z., asistente, dos enfermeras y Georges Lakhovsky.