Este artículo no es ninguna novedad pero bueno es volver a comentarlo.
Hace 10 años ya se publicó un interesante estudio en "Journal of the National Cancer Institute" que mostró cómo tres o más raciones de verduras crucíferas a la semana reducía el riesgo de cáncer de próstata prácticamente a la mitad. Este estudio incluyó a más de 600 hombres con cáncer prostático y venía a confirmar un estudio canadiense anterior que demostraba que verduras en general, tomates y legumbres reducían significativamente el riesgo de cáncer de próstata.
Las verduras crucíferas o brasicáceas comestibles que encontramos fácilmente en el mercado son el brócoli, los diferentes tipos de coles o repollos, la coliflor, los nabos (las hojas del nabo o "grelos" especialmente). Contienen sustancias que ayudan al organismo a luchar contra el cáncer. Una de estas sustancias el el indol-3-carbinol o I3C. El I3C modifica la manera en que metabolizamos los estrógenos por lo que se convierte en un buen preventivo frente a los cánceres inducidos por estrógenos, como el cáncer de mama. No es muy conocido, sin embargo, el mecanismo de acción de esta sustancia para proteger frente al cáncer de próstata.
A diferencia del cáncer de mama que suele desarrollarse bajo la influencia de los estrógenos, el cáncer de próstata es algo más complicado. Algunos cánceres de próstata dejan de crecer cuando bloqueamos los estrógenos con drogas como el tamoxifeno, pero otros no lo hacen. En la mayoría de los estudios son las hormonas masculinas las culpables (andrógenos) y cuando se administran hormonas femeninas (estrógenos) estos cánceres dejan de crecer.
Lo anterior sugiere que en la prevención del cáncer de próstata es más importante el equilibrio hormonal que el papel de una sóla hormona. Así que aún queda abierta la cuestión de cómo el efecto del I3C sobre el metabolismo de los estrógenos consigue ser efectivo para prevenir o retardar el cáncer de próstata. Podría ser, tal vez, que el I3C de las crucíferas tuviese otras propiedades o mecanismos de acción anticancerosos.
EL I3C DETIENE EL DESARROLLO DE LAS CELULAS CANCEROSAS
Una de las más importantes y evidentes acciones del I3C es la de impedir el crecimiento de las células cancerosas. Una célula normal pasa por una serie de "puntos de control" o "checkpoints" para asegurarse de que todo va bien antes de replicarse. Las células del cáncer se saltan estos "puntos de control" y crecen a mayor velocidad. El I3C parece restituir esas paradas forzando a las células cancerosas a realizar el control. El organismo tiene, así, la oportunidad de reconocer y destruir las células alteradas y detener el crecimiento del cáncer. Algunas drogas utilizadas en quimioterapia, como la doxorubicina, actúan en este mismo sentido.
El I3C es también potencialmente importante para restablecer la comunicación entre testosterona, estrógeno y progesterona. Esta acción puede ser importantísima porque estas hormonas tienen un efecto directo sobre el crecimiento de las células cancerosas prostáticas. Las hormonas sexuales son mensajeras que, llegando a cada célula, le indican qué hacer o no en relación a determinadas cosas, como su crecimiento. En el cáncer de próstata, la habilidad de las células normales para "leer el mensaje" está alterada y reciben mensajes equivocados. El I3C y otras sustancias nutricionales como los flavonoides parecen tener el poder de restaurar esta comunicación gracias al llamado "receptor AH" (Aryl Hidrocarbono). Este receptor es un poderoso interruptor o llave de crecimiento para todo aquello que tenga que ver con los estrógenos. Si se controla el "receptor AH", se controlan los estrógenos.
Este curioso receptor celular es por dónde actúan determinados químicos muy tóxicos como las dioxinas en las células. Cuando estos tóxicos ocupan el "receptor AH" puede desencadenarse la inmunosupresión y la carcinogénesis. Cuando sustancias derivadas de los vegetales como el I3C llegan al "receptor AH" puede ocurrir justo lo contrario. Las evidencias parecen sugerir que esta acción es la que está detrás del potencial anti-cáncer prostático del I3C.
¿CUALES SON LAS CAUSAS DEL CÁNCER DE PRÓSTATA?
No se ha determinado una sóla causa, lo cual es extensible a casi cualquier otro cáncer. Pero hay un factor de riesgo importante en el cáncer de próstata que es el consumo de alimentos que contienen grasas animales. Un estudio que incluyó a 6000 hombres que diariamente tomaban leche, queso, huevos y carne (todos estos alimentos) tenían un riesgo 3,6 veces mayor de padecer cáncer de próstata que los que no los tomaban diariamente.
Un estudio más reciente muestra que a mayor cantidad de comidas con grasa de origen animal, mayor el riesgo de llegar a padecer cáncer de próstata.
Obsérvese que no es la grasa en general sino la grasa de origen animal. Estudios sobre grasas vegetales no evidenciaron asociación alguna con el cáncer de próstata. Incluso, estudios sobre aminas heterocíclicas (que son carcinógenos que se forman cuando la carne es cocinada) no mostraron una gran evidencia de estar asociados al cáncer de próstata. Un estudio de la Universidad de Harvard mostró que la carne roja es la peor opción. Téngase en cuenta que los químicos ambientales tienden a acumularse en la grasa de la carne. ¿Es una coincidencia acaso que en los toros engordados con la ayuda de estrógenos sintéticos su próstata muestre cambios similares al cáncer? A pesar de que es ilegal en muchos países comercializar productos animales que contengan hormonas, drogas o ciertas sustancias químicas, no deja de ser una práctica bastante habitual, desgraciadamente. En un estudio holandés sólamente los embutidos y carnes curadas así como la leche fueron asociadas al cáncer de próstata. No hubo evidencia de asociación con este tipo de cáncer y la carne fresca, pescado, queso y huevos.
Lo que nos lleva inevitablemente a una pregunta: ¿se obtendría el mismo resultado con la carne y los productos con garantía ecológica? ¿La carne de animales criados en libertad y con una alimentación natural produciría idénticos resultados?. Recuérdese que la composición de las grasas animales varía según la alimentación. Muchos productos derivados de los animales contienen mayor proporción de grasas saturadas e, incluso, grasas "trans" con una peligrosa incidencia sobre la aterosclerosis y otras enfermedades, como el cáncer.
El 75% de todos los cánceres de próstata son diagnosticados en hombres mayores de 65 años. Pero es probable que muchos de esos cánceres estén presentes desde varios años antes de su diagnóstico. El cáncer de próstata es un cáncer de crecimiento lento. La supervivencia a 5 años para hombres con cáncer de próstata localizado es del 100%. Esto es un dato muy importante para pensar en la prevención. El cáncer de próstata es uno de los pocos cánceres sobre los que existe una fortísima evidencia entre un tipo de alimento (carne) y la enfermedad. Incluso instituciones tan conservadoras como la American Cancer Society recomienda a los hombres en edad de riesgo (más de 50 años) reducir su consumo de carne incrementando los alimentos de origen vegetal en su dieta. Basándonos en la información recopilada en los estudios sobre los que se basa este artículo el consumo de verduras crucíferas debería ser una parte importante de esta dieta.
SIGNOS Y SINTOMAS DEL CANCER DE PROSTATA
Habitualmente el primer síntoma que nos llama la atención sobre la próstata son los problemas urinarios: micción frecuente (sobre todo por la noche), disminución de la fuerza de emisión de la orina...) Sin embargo, en estadios tempranos, puede no haber síntoma alguno. Comprobar los niveles de PSA anualmente y un exámen mediante tacto rectal son dos buenas recomendaciones. En cuanto surgen dudas (niveles de PSA ligeramente altos, por ejemplo) debe pensarse ineludiblemente en variar la alimentación según los parámetros expuestos en este artículo y en "La dieta en el cáncer".
REFERENCIAS
Hace 10 años ya se publicó un interesante estudio en "Journal of the National Cancer Institute" que mostró cómo tres o más raciones de verduras crucíferas a la semana reducía el riesgo de cáncer de próstata prácticamente a la mitad. Este estudio incluyó a más de 600 hombres con cáncer prostático y venía a confirmar un estudio canadiense anterior que demostraba que verduras en general, tomates y legumbres reducían significativamente el riesgo de cáncer de próstata.
Las verduras crucíferas o brasicáceas comestibles que encontramos fácilmente en el mercado son el brócoli, los diferentes tipos de coles o repollos, la coliflor, los nabos (las hojas del nabo o "grelos" especialmente). Contienen sustancias que ayudan al organismo a luchar contra el cáncer. Una de estas sustancias el el indol-3-carbinol o I3C. El I3C modifica la manera en que metabolizamos los estrógenos por lo que se convierte en un buen preventivo frente a los cánceres inducidos por estrógenos, como el cáncer de mama. No es muy conocido, sin embargo, el mecanismo de acción de esta sustancia para proteger frente al cáncer de próstata.
A diferencia del cáncer de mama que suele desarrollarse bajo la influencia de los estrógenos, el cáncer de próstata es algo más complicado. Algunos cánceres de próstata dejan de crecer cuando bloqueamos los estrógenos con drogas como el tamoxifeno, pero otros no lo hacen. En la mayoría de los estudios son las hormonas masculinas las culpables (andrógenos) y cuando se administran hormonas femeninas (estrógenos) estos cánceres dejan de crecer.
Lo anterior sugiere que en la prevención del cáncer de próstata es más importante el equilibrio hormonal que el papel de una sóla hormona. Así que aún queda abierta la cuestión de cómo el efecto del I3C sobre el metabolismo de los estrógenos consigue ser efectivo para prevenir o retardar el cáncer de próstata. Podría ser, tal vez, que el I3C de las crucíferas tuviese otras propiedades o mecanismos de acción anticancerosos.
EL I3C DETIENE EL DESARROLLO DE LAS CELULAS CANCEROSAS
Una de las más importantes y evidentes acciones del I3C es la de impedir el crecimiento de las células cancerosas. Una célula normal pasa por una serie de "puntos de control" o "checkpoints" para asegurarse de que todo va bien antes de replicarse. Las células del cáncer se saltan estos "puntos de control" y crecen a mayor velocidad. El I3C parece restituir esas paradas forzando a las células cancerosas a realizar el control. El organismo tiene, así, la oportunidad de reconocer y destruir las células alteradas y detener el crecimiento del cáncer. Algunas drogas utilizadas en quimioterapia, como la doxorubicina, actúan en este mismo sentido.
El I3C es también potencialmente importante para restablecer la comunicación entre testosterona, estrógeno y progesterona. Esta acción puede ser importantísima porque estas hormonas tienen un efecto directo sobre el crecimiento de las células cancerosas prostáticas. Las hormonas sexuales son mensajeras que, llegando a cada célula, le indican qué hacer o no en relación a determinadas cosas, como su crecimiento. En el cáncer de próstata, la habilidad de las células normales para "leer el mensaje" está alterada y reciben mensajes equivocados. El I3C y otras sustancias nutricionales como los flavonoides parecen tener el poder de restaurar esta comunicación gracias al llamado "receptor AH" (Aryl Hidrocarbono). Este receptor es un poderoso interruptor o llave de crecimiento para todo aquello que tenga que ver con los estrógenos. Si se controla el "receptor AH", se controlan los estrógenos.
Este curioso receptor celular es por dónde actúan determinados químicos muy tóxicos como las dioxinas en las células. Cuando estos tóxicos ocupan el "receptor AH" puede desencadenarse la inmunosupresión y la carcinogénesis. Cuando sustancias derivadas de los vegetales como el I3C llegan al "receptor AH" puede ocurrir justo lo contrario. Las evidencias parecen sugerir que esta acción es la que está detrás del potencial anti-cáncer prostático del I3C.
¿CUALES SON LAS CAUSAS DEL CÁNCER DE PRÓSTATA?
No se ha determinado una sóla causa, lo cual es extensible a casi cualquier otro cáncer. Pero hay un factor de riesgo importante en el cáncer de próstata que es el consumo de alimentos que contienen grasas animales. Un estudio que incluyó a 6000 hombres que diariamente tomaban leche, queso, huevos y carne (todos estos alimentos) tenían un riesgo 3,6 veces mayor de padecer cáncer de próstata que los que no los tomaban diariamente.
Un estudio más reciente muestra que a mayor cantidad de comidas con grasa de origen animal, mayor el riesgo de llegar a padecer cáncer de próstata.
Obsérvese que no es la grasa en general sino la grasa de origen animal. Estudios sobre grasas vegetales no evidenciaron asociación alguna con el cáncer de próstata. Incluso, estudios sobre aminas heterocíclicas (que son carcinógenos que se forman cuando la carne es cocinada) no mostraron una gran evidencia de estar asociados al cáncer de próstata. Un estudio de la Universidad de Harvard mostró que la carne roja es la peor opción. Téngase en cuenta que los químicos ambientales tienden a acumularse en la grasa de la carne. ¿Es una coincidencia acaso que en los toros engordados con la ayuda de estrógenos sintéticos su próstata muestre cambios similares al cáncer? A pesar de que es ilegal en muchos países comercializar productos animales que contengan hormonas, drogas o ciertas sustancias químicas, no deja de ser una práctica bastante habitual, desgraciadamente. En un estudio holandés sólamente los embutidos y carnes curadas así como la leche fueron asociadas al cáncer de próstata. No hubo evidencia de asociación con este tipo de cáncer y la carne fresca, pescado, queso y huevos.
Lo que nos lleva inevitablemente a una pregunta: ¿se obtendría el mismo resultado con la carne y los productos con garantía ecológica? ¿La carne de animales criados en libertad y con una alimentación natural produciría idénticos resultados?. Recuérdese que la composición de las grasas animales varía según la alimentación. Muchos productos derivados de los animales contienen mayor proporción de grasas saturadas e, incluso, grasas "trans" con una peligrosa incidencia sobre la aterosclerosis y otras enfermedades, como el cáncer.
El 75% de todos los cánceres de próstata son diagnosticados en hombres mayores de 65 años. Pero es probable que muchos de esos cánceres estén presentes desde varios años antes de su diagnóstico. El cáncer de próstata es un cáncer de crecimiento lento. La supervivencia a 5 años para hombres con cáncer de próstata localizado es del 100%. Esto es un dato muy importante para pensar en la prevención. El cáncer de próstata es uno de los pocos cánceres sobre los que existe una fortísima evidencia entre un tipo de alimento (carne) y la enfermedad. Incluso instituciones tan conservadoras como la American Cancer Society recomienda a los hombres en edad de riesgo (más de 50 años) reducir su consumo de carne incrementando los alimentos de origen vegetal en su dieta. Basándonos en la información recopilada en los estudios sobre los que se basa este artículo el consumo de verduras crucíferas debería ser una parte importante de esta dieta.
SIGNOS Y SINTOMAS DEL CANCER DE PROSTATA
Habitualmente el primer síntoma que nos llama la atención sobre la próstata son los problemas urinarios: micción frecuente (sobre todo por la noche), disminución de la fuerza de emisión de la orina...) Sin embargo, en estadios tempranos, puede no haber síntoma alguno. Comprobar los niveles de PSA anualmente y un exámen mediante tacto rectal son dos buenas recomendaciones. En cuanto surgen dudas (niveles de PSA ligeramente altos, por ejemplo) debe pensarse ineludiblemente en variar la alimentación según los parámetros expuestos en este artículo y en "La dieta en el cáncer".
REFERENCIAS
Chang YC, et al. 1999. Efectos citostáticos y antiestrogénicos del 3-indol-carbinol un importante producto in vivo de la dieta. Biochem Pharmacol 58:825-34.
Clinton SK, et al. 1997. Diferencias en la modulación del crecimiento de tumores prostáticos, secreción de prolactina y metabolismo así como capacidad de unión de la prolactina a la próstata según la ingesta de grasa y proteinas en ratas. J Nutr 127:225-7.
Cohen JH, et al. 2000. Consumo de frutas y vegetales en la dieta en relación al riesgo de cáncer de próstata. J Natl Cancer Inst 92:61-8.
Giovannucci E, et al. 1993. Estudio prospectivo sobre grasas en la dieta y riesgo de cáncer de próstata. J Natl Cancer Inst 85:1571-9.
Groot MJ, et al. 1998. Combinaciones de factores de crecimiento en terneros: consecuencias para el cribado y métodos de confirmación. Zentralbl Veterinarmed A 45:425-40.
Hayes RB, et al. 1999. Factores dietéticos y riesgo de cáncer de próstata para blancos y negros en los Estados Unidos. Cancer Epidemiol Biomarkers Prev 8:25-34.
Jain MG, et al. 1999. Alimentos vegetales, antioxidantes y riesgo de cáncer de próstata: hallazgos a partir de estudios sobre casos y controles en Canadá. Nutr Cancer 34:173-84.
Norrish AE, et al. 1999.Aminas heterocíclicas presentes en carne cocinada y riesgo de cáncer de próstata. J Natl Cancer Inst 91:2038-44.
Schuurman AG, et al. 1999. Productos animales, calcio y proteinas: riesgo de cáncer de próstata en el estudio de cohortes holandés. Br J Cancer 80:1107-13.
Snowdon DA, et al. 1984. Dieta, obesidad y riesgo de cáncer de próstata. Am J Epidemiol 120:244-50.
Verbeke R, et al. 1976. Calidad de la carne tras la aplicación de agentes anabólicos en terneras jóvenes. Environ Qual Saf Suppl 5:123-30.
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