18.2.08

LA RELAJACION

Es muy iimportante que usted aprenda a relajar su cuerpo y su mente. Cuando el cuerpo está tranquilo, libre de tensiones innecesarias, puede trabajar mucho mejor y sin un grave dispendio de energía. La relajación es un estado de ausencia de tensiones. Es fácil de aprender porque, en realidad, relajar el cuerpo no requiere el menor esfuerzo sino todo lo contrario. Quiero decir que el arte de relajarse es, sencillamente, comprender que cuando queremos descansar toda tensión muscular es inútil.

Para formarse una imagen de lo que es relajarse, conviene que tire un abrigo o un vestido sobre su cama. Obsérvelo al caer y vea como queda sobre el colchón tal como cayó, sin realizar el menor esfuerzo para sostenerse. ¿Se ha quedado con la imagen? Bien.

Cuando usted trate de descansar su cuerpo sobre la cama o en un sofá imagine que es el abrigo o el vestido. Abandónese al mullido encanto del colchón o del almohadillado de su sillón.

Mu
chas personas piensan que es difícil relajarse. Viven en continua tensión y, por otra parte, ni en la escuela, ni en la casa, ni en la universidad nos enseñaron la manera de hacerlo. Así no debe extrañarnos la enorme cantidad de dolores y malestares que acumulamos con los años.

Hay ciertas personas que les da, literalmente, pánico relajarse. He estudiado a tales personas. Cuando duermen sus cuerpos parecen tablas. En general, no descansan bien y están llenas de preocupaciones y dolencias diversas. ¿Por qué les da miedo lo que debería ser una sensación enormemente gratificante y placentera? Porque se han formado un programa mental que identifica la quietud y la relajación con la muerte. Si, así es, aunque le parezca absurdo. Sienten la compulsiva necesidad de "sentir" su cuerpo y les parece que relajarse es abandonar su organismo. Tienen miedo hasta de dormir. Son casos casi patológicos y es difícil ayudar a estas personas porque no desean pensar de otra manera. Por otra parte, es fácil superar el problema si lo identifica y se propone cambiar esa relación mental.

La relajación es agradable, placentera, gratificante y sinónimo de descanso y bienestar. Para usted es muy importante porque un cuerpo relajado puede funcionar mejor, recuperarse, armonizarse y curarse. No existe estado más propicio para la curación del cuerpo que la tranquila relajación. Por eso voy a ayudarle a relajarse. Pronto tendrá la satisfacción de haber dado un paso más en aras de su equilibrio físico y psíquico.

Puede que desee apuntarse a algún grupo o cursillo de yoga o técnicas similares. Si lo ha pensado, hágalo. Busque un grupo serio y que le inspire confianza. Si no lo tiene claro de todas formas puede llegar muy lejos aplicando las sencillas técnicas que le explicaré.

No se olvide: relajarse es abandonar hasta la intención de hacer algún esfuerzo físico. Para relajarse simplemente hay que hacer NADA. Piense en el abrigo o el vestido.

Le pediré que observe cómo camina, cómo se sienta, cómo trabaja. Trate de darse cuenta de la cantidad de músculos que utiliza innecesariamente. ¿Sabe la cantidad de energía que desperdiciamos cada día en tensiones musculares inútiles?, ¿podrá hacerse una idea de lo que su cuerpo sería capaz si pudiera utilizar esa energía para algo útil? Conviértase en observador de su propio cuerpo. Detecte las fugas de energía. Trate de hacer las actividades cotidianas usando sólo los músculos necesarios.

Vamos a relajarnos. Ahora realizará su primer ejercicio sentado en un agradable sillón. Póngase cómodo y cierre los ojos. Prestará atención a su cara. Normalmente, quien relaja su cara puede relajar fácilmente todo su cuerpo. Por eso vamos a fijarnos en las tensiones que acumulamos en la cara. Haga todos los gestos y carantoñas que se le ocurran. Cuando haya movilizado todos los músculos de la cara ponga sus dos manos sobre ella y sienta como este acto le tranquiliza. Respire hondo, suavemente. Deje sus manos caer sobre el regazo e imagine que su cara es de goma. La tensión se va disipando y se borran las arrugas, se estiran los músculos por efecto de la gravedad. La expresión forzada de la cara se difumina, se borra... hasta que sienta que toda la tensión de su cara ha desaparecido. Ahora su rostro ha rejuvenecido, está sereno, tranquilo y esa paz la siente usted por todo el cuerpo.

La sonrisa de la paz. Cuando su cara esté relajada pondrá en práctica una experiencia que le proporcionará una sensación especialmente placentera. Con los ojos cerrados moverá ligeramente los músculos que nos hacen adoptar el gesto de la sonrisa. Sonría ligeramente, aunque no tenga ganas. Cuando haya formado en su rostro una sonrisa, respire hondo para que su sonrisa inunde todo su cuerpo y bañe todas sus células. Respire tres veces llenando cada parte de su cuerpo con esta sonrisa. Si lo hace no necesitará que le de ninguna explicación más. Ese será nuestro secreto.

Trucos para aprender a relajarse. Le voy a explicar unas cuantas técnicas para aprender a relajarse. Posiblemente alguna le parezca más interesante que las otras o se adapte mejor a su carácter. Experimente con ella; cuando sepa relajar su cuerpo no precisará de ningún tipo de ejercicio especial. Para aprender a relajarse no es necesario un tiempo definido de aprendizaje. Puede saber cómo de manera inmediata. Cuando se de cuenta de lo que le impide hacerlo, todo estará resuelto.

EJERCICIO 1: Acostado, sentado o como mejor se encuentre, comience imaginando una energía de color azul, muy agradable, que envuelve su cara. Esa energía envuelve su rostro y penetra hacia adentro proporcionándole una gran sensación de bienestar. Deje que esa energía azul relaje toda su cara y su cabeza. A continuación continúe imaginando esa energía envolviendo y penetrando cada parte de su cuerpo: cuello, hombros , brazos, manos, pecho, espalda, abdomen... hasta los pies. Sigua su propio ritmo, no tiene prisa. Finalmente imagine todo su cuerpo envuelto en esa relajante luz azul. Experimente el descanso que le proporciona. Permanezca en ese estado de relajación el tiempo que quiera. Note como su cuerpo se encuentra feliz y descansando.

EJERCICIO 2: Especial para imaginativos y juguetones. Imagine que su cuerpo es una gran fábrica. En todo su cuerpo trabajan frenéticamente miles y miles de enanitos. Ahora usted determina que es tiempo de descansar. Decide que todos esos pequeños trabajadores han de abandonar sus puestos de trabajo para que su fábrica repose. Empiece desde la cara y visualice cada parte de su cuerpo, como en el ejercicio anterior. Ordene a esos enanitos que se retiren, que dejen de trabajar y, a medida que lo hacen observe como sus músculos se relajan, las tensiones desaparecen. Puede hacer que se reunan todos alrededor del ombligo donde unas naves espaciales llevarán a esos miles de obreros a sus casas, lejos de su cuerpo. Si prefiere el transporte terrestre imagínelos abandonando su cuerpo a pie o en los vehículos que quiera. Cuando se retiran de sus puestos de trabajo la fábrica (su cuerpo) queda en paz, relajado, en silencio, en armonía.

EJERCICIO 3: Se trata de imaginar la circulación sanguinea. Una de las curiosas virtudes de la imaginación es que cuando dirigimos la atención a una parte de nuestro cuerpo la circulación sanguinea en ese area se incrementa. Imagine su cara y la sangre circulando por ella. Imagine cada una de las partes de su cara (no tenemos prisa). Vea sus ojos, imagine como llega la sangre a ellos. Cuando lo haga notará un agradable calorcito y una sensación de relajación y descanso. Imagine parte por parte su cuerpo viendo como circula la sangre entre cada músculo y cada órgano. Llegue, así, a sus pies. Todo su cuerpo estará relajado. Verifíquelo. Si alguna parte se ha vuelto a tensar mientras tanto dedíquele un poquito de atención y problema resuelto. Ahora su cuerpo descansa feliz.

EJERCICIO 4: En primer lugar corte unas pocas hebras de un ovillo de lana. Cuando tenga unas cuantas, de igual longitud, tome un extremo con una mano y el otro con la otra mano. Sitúe las hebras, tensas, en posición vertical. Ahora suéltelas por el lado que está abajo. Las hebras permanecerán colgadas desde la mano que las sujeta por arriba. Sólo que ahora parecen estar relajadas, ya no están tensas. Quédase con esta imagen. Realizará el recorrido que le es familiar por todo su cuerpo, desde la cara hasta los pies. Imaginará que cada uno de los músculos que pueda identificar (no importa la precisión con que lo haga) son hebras de lana. Están tensos. Suéltelos por uno de sus extremos como hizo con la lana hasta verlos relajados. La imagen de las hebras musculares sueltas evocará el estado de relajación. Sienta como se "sueltan" las fibras musculares de todo su cuerpo. Permanezca relajado unos minutos o todo el tiempo que quiera.

EJERCICIO 5: Este ejercicio se basa en un fenómeno fisiológico muy interesante. Usted sabe que todo su cuerpo está cubierto de piel. La piel, a su vez, posee millones de pequeños poros que comunican el exterior con el interior. Inicie su recorrido desde la cara. Imagine que los poros de su piel se hacen más y más grandes. La piel da de sí, se distiende, se afloja, los poros crecen y crecen. Cuando termine su recorrido por el cuerpo parecerá (en su imagi nación) una especie de queso gruyere. Un saco de piel cedida, floja, relajada. Naturalmente su piel, en realidad, no cederá ni un milímetro. Pero al imaginar esto actúa sobre las terminaciones nerviosas que van a producir el milagro de la relajación. Es fantástico. Pruébelo. Luego piense que el aire entra y sale por esos poros gigantescos como en una esponja. Imagine que respira con cada uno de esos grandes poros y el aire circula por el interior de su cuerpo. Experimentará una gratísima sensación de bienestar.

Ahora ya tiene usted ideas para hacerlo. Aprenda a relajarse y nunca se arrepentirá de haberlo hecho.

Un pasito más. Relaje su mente. Los ejercicios anteriores utilizan la atención y la imaginación. Cuando se realizan como un juego, una diversión más que una disciplina, hacen que nuestra mente se evada de las preocupaciones cotidianas que nos tensan, nos preocupan o desequilibran.

Cuando su cuerpo esté relajado puede concentrar su atención en una buena música, una música relajante que previamente habrá elegido y puesto en su equipo de música. Sumérjase en la música como la abeja en la flor. Deje que su cuerpo y su psique vibren con cada nota, con cada silencio. La música es una especie de don divino. Sana nuestro cuerpo y nuestra mente. Esta es la mejor práctica de relajación mental que le puedo sugerir. Imagine que la música penetra en usted por los pies, se expande por todo su cuerpo, lo armoniza y sale en forma natural por cada poro de la piel. Comprenda que el poder de la imaginación y la música hacen verdaderos milagros. La auténtica felicidad, a veces, está en las cosas aparentemente pequeñas.

Si no puede escuchar música (cosa rara si tiene un ordenador), contemple un bello cuadro, una lámina, dibujo, foto o pintura que le inspire agradables sentimientos. Mírela con los ojos abiertos y luego, alternativamente, con los ojos cerrados, sintiendo que los colores y la imagen penetran y bañan todo tu cuerpo.

Hay quien prefiere vocalizar, mentalmente, algún sonido elemental. Puede utilizar el famoso OM hindú. Ocupe toda su mente con este sonido mental alargando el sonido de sus letras, así: oooooooooooooooommmmmmmmmmmm. Deje que en todo su cuerpo resuene esta sílaba. Observe todos los beneficios que puede obtener con sólo unos minutos de práctica.

En el siguiente capítulo daremos unos pasos más en el terreno del autoconocimiento. Puede ser importante para usted. He aplicado estas técnicas personalmente y con numerosos pacientes con excelentes resultados. Las personas sanas también se benefician con estos ejercicios. Sobre todo le pido que no se obsesione por nada. APLIQUE SÓLO AQUELLO QUE USTED COMPRENDA Y NO SE PREOCUPE. No es imprescindible poner en práctica todo lo que le estoy explicando. Quítese cualquier miedo de encima. HAGA LO QUE REALMENTE QUIERA. Así todo irá bien.