Desde tiempos remotísimos el ser humano ha creído en la existencia de lugares maléficos y enclaves curativos. La prueba de lo segundo está en la larguísima lista de sitios privilegiados a los cuales iban (y van) algunas personas para pedir salud a un santo o cumplir algún antiquísimo ritual terapéutico. Hay fuentes, ríos, playas, montes, santuarios, etc... que de manera continua o en determinados días tienen fama de ser especialmente benéficos para la salud. No puedo recomendarle ninguno en particular ni explicarle en qué se funda el prestigio mantenido durante siglos de tantos de esos lugares. Puede ser la fe del enfermo, el aire, el agua o la misma tierra. O, ¿por qué no? el santo o la deidad que allí se venere.
Pero sólo puedo hablar de lo que a ciencia cierta sé. Y, realmente, conozco bastante más sobre sitios cuya influencia parece ser muy negativa para las personas. Ya no se trata de creencias, supersticiones o miedos ancestrales. Se trata de una realidad observable y objetivable por medio de la estadística y que usted debe conocer.
No es la pretensión de esta obra desarrollar exhaustivamente este tema de tal manera que usted quede convencido. Hay bastante información, muchos otros libros y trabajos publicados para que pueda resumirlos todos. En los próximos años se hablará mucho más de las influencias telúricas, la contaminación electromagnética y las microondas.
Decía que desde muy atrás en el tiempo el ser humano ha puesto mucho interés en evitar los lugares maléficos. Culturas muy destacadas tuvieron en cuenta las influencias del terreno a la hora de construir. Incluso existe un texto clásico hindú (Vastu Sastra) en el que se exponen las condiciones necesarias para construir viviendas, hospitales, templos... eligiendo correctamente el terreno y de forma que la influencia de tales edificios sea benéfica.
Hoy en día cada vez me sorprenden menos estas cosas porque he podido evidenciar alguna de esas influencias o energías negativas. He valorado bastantes datos estadísticos que parecen probar la existencia de lugares nefastos para la salud humana. La práctica permite confirmarlo. Cuando se traslada a un enfermo ubicado en un mal lugar a otro neutro o benéfico se observa, generalmente, una evidente mejoría en su estado general o condición.
Hay casas que enferman, sí. Totalmente cierto. Hay casas que producen cáncer. Puede que una parte de la culpa la tenga el subsuelo del lugar en el que están ubicadas. Sin embargo, tales alteraciones, pueden afectar a una parte de la casa, a determinadas habitaciones o, incluso, a zonas concretas de una habitación.
Insisto en que este tema es de gran importancia. Pero como no deseo sobrecargar este texto copiando de otros remitiré al lector inquieto a los libros que voy seleccionando en la sección bibliográfica. Le recomiendo encarecidamente, eso si, que estudie a fondo este tema.
Sabemos que algunas de esas influencias negativas pueden deberse a la propia radiación natural del terreno. En todas partes existe un fondo radiactivo o radiación ambiente natural. Según los terrenos es más o menos intensa. En la mayoría de nuestras ciudades puede oscilar entre 75 y 150 miliRems al año. Esta es una cifra tolerable. Pero se puede incrementar por la radiación producida por el propio ser humano (centrales nucleares, pararrayos radiactivos, radiografías...). También algunos materiales de construcción emiten radiación que se viene a sumar a la ambiental. Por ejemplo, el granito produce constantemente gas radón (radiactivo). No debe suponer un gran problema si la casa tiene una buena ventilación. Si no es así (sótanos, bodegas, etc...) los niveles radiactivos se pueden incrementar notablemente.
Ahora bien, las fallas del terreno pueden concentrar la radiación en determinados puntos. Es fácilmente comprobable, con un contador Geiger, que las "zonas alteradas" suelen tener un nivel de radiactividad más alto. Quiero decir que el terreno (puede ser sobre el que se ubica su propia cama) inmediatamente por encima de la falla del subsuelo estará sometido a una dosis más alta de radiación.
Las corrientes de agua subterráneas, quizá por provocar una débil pero constante corriente eléctrica, afectan a los organismos vivos que se ubican por encima de ellas. Es, probablemente, la principal causa de alteración. La influencia negativa de una corriente de agua subterranea puede afectar a toda la vertical de un edificio de varias plantas.
Pero ¿qué puede usted hacer al respecto?
En primer lugar VERIFICAR QUE EL LUGAR DÓNDE USTED DUERME SEA GEOBIOLÓGICAMENTE SALUDABLE.
Esta determinación puede ser realizada por un profesional que cuente con aparatos de medición para determinados parámetros y también experiencia al respecto. Tal vez pueda contactar con alguna asociación de geobiólogos y le orienten al respecto. Trataré de reunir enlaces y direcciones útiles al final de este libro.
Pero, mientras tanto, deberá atender a las indicaciones de su propio organismo. Fíjese bien en los siguientes puntos:
- ¿Duerme mal, se despierta a menudo, no consigue descansar adecuadamente?
- ¿Se levanta cansado, aturdido, con dolor de cabeza frecuentemente... a pesar de haber dormido suficientes horas?
- ¿Padece alguna enfermedad crónica que no mejora con el tratamiento adecuado?
Si ha respondido afirmativamente a alguna de estas cuestiones es posible que su cama se ubique sobre una "zona alterada". Si vive en una casa de varias plantas probablemente los pisos de arriba o de abajo tengan un dormitorio en el mismo lugar que el suyo (sobre la misma vertical). Indague acerca del estado de salud de las personas que duermen encima o debajo de su dormitorio.
Hablo preferentemente del dormitorio porque en él pasamos bastantes horas de cada veinticuatro. Por ello es muy importante que allí no estemos sometidos a influencias energéticas que puedan desequilibrarnos o enfermarnos.
Cuentan que cuando los antiguos japoneses entraban por primera vez a su hogar no distribuían inmediatamente las habitaciones. Pasaban unas cuantas semanas probando las diferentes estancias. Dormían unos días en una y luego en otra. Incluso en diferentes lugares de cada cuarto hasta que descubrían el lugar en el cual se levantaban por la mañana más descansados y con más energía. Es una buena idea, por cierto, para que la tenga presente. Pero si puede, contrate los servicios de un geobiólogo experto (observe que no hablo de un vidente, chamán, curandero o parapsicólogo). He sido testigo de cambios espectacularmente positivos en la salud de personas que, simplemente, dejaron de dormir en una "zona alterada".
Según parece, en una "zona alterada" las flores cortadas duran menos tiempo y un plato de agua saturada de sal presenta cristalizaciones irregulares cuando se evapora el líquido. Las hormigas y termitas prefieren, con diferencia, los lugares alterados. Parece que los gatos también, al contrario que los perros que buscan (si se les deja) mejores zonas. Si su casa es una planta baja la humedad que sube de la tierra puede servir como indicio de que la zona sea "negativa" por servir de paso a una corriente de agua subterranea.
Los ejemplos anteriores le pueden servir de ayuda. A veces la "zonas alteradas" afectan a toda la casa por lo cual el único remedio sería irse a vivir a otra parte. Personalmente desconfío de sistemas para neutralizar esas influencias negativas. Por eso le ruego se informe muy bien y de forma amplia (utilice varias fuentes de información). Estoy planteando muy someramente el tema y temo que no se lo tome con toda la seriedad que requiere. Pero, no tengo la menor duda, EL LUGAR EN EL QUE DORMIMOS O DONDE PASAMOS VARIAS HORAS AL DÍA PUEDE DETERMINAR EL PROGRESO Y RESULTADO DE UNA ENFERMEDAD. Se lo digo con entera seguridad. No lo tengo como una creencia o una teoría. Para mi es un hecho.
Otras veces, sin embargo, basta desplazar la cama un metro a un lado u otro para evitar la "zona alterada". Sólo un profesional o geobiólogo experto puede determinar con bastante exactitud las "zonas alteradas" de su casa o lugar de trabajo. Utilizará, probablemente, instrumentos de medición (de radiactividad, de campos electromagnéticos...) y técnicas de radiestesia que le permitirán hacerse consciente de los cambios que imprimen las zonas alteradas en el organismo y, así, detectarlas.
Tal vez se haya dado cuenta usted mismo que hay zonas de su casa dónde más a gusto se encuentra. No le digo necesariamente el lugar en el que ve la televisión porque la ubicación del aparato le obliga a usar ese sitio para verlo. Me refiero a esa zona, lugar, asiento o rincón de su casa donde verdaderamente se encuentra a gusto y, a menudo, prefiere estar allí para relajarse. Posiblemente, si se ha dado cuenta que su cama no está en el mejor lugar, deba pensar en cambiarla a ese otro lugar más afortunado. O puede que no tenga ganas de cambiar así su casa... eso dependerá del motivo por el que esté leyendo este libro. Pero si está padeciendo la enfermedad que me ha motivado a escribirlo mi consejo sincero es que piense en usted antes que en la bonita decoración de su cuarto o la distribución de las habitaciones de su casa.
Tenga también presente que la mejor dirección para dormir es con la cabeza apuntando hacia el norte.
Le he dado algunas ideas prácticas en este capítulo. Ahora piense seriamente en ello. Algún día también deberán hacerlo nuestros hospitales. Así, esas camas de las UCIs dónde un porcentaje de pacientes más alto que en otras no sobreviven dejarán de ser una anécdota curiosa para ser comentada entre el personal.