25.1.08

MUCHO MAS OXIGENO: OXIGENOTERAPIA HIPERBARICA

Desde hace ya varias décadas se ha comprobado que el oxígeno a una presión más elevada de lo normal ejerce una acción muy valiosa en distintas afecciones. Conviene, por tanto, destacar la importancia del oxígeno en el cáncer.

Para el tratamiento con oxígeno a presión se han diseñado "cámaras hiperbáricas" que son tanques herméticos en donde se ubica al paciente en un ambiente de oxígeno casi puro a una presión de dos o tres atmósferas.

En tales condiciones la sangre transporta más oxígeno diluído y los tejidos reciben cantidades mayores del preciado elemento.

Sin ninguna duda el oxígeno hiperbárico es el mejor tratamiento en la "gangrena gaseosa", afección gravísima provocada por microbios del género Clostridium. Estos microorganismos son también responsables, entre otras, de la enteritis necrotizante, algunas infecciones pulmonares, tétanos, botulismo e infecciones y úlceras de los diabéticos. Tienen como característica relevante el ser anaerobios por lo que no resisten la presencia de presiones altas de oxígeno en los tejidos. La oxigenación a altas presiones detiene el proceso infeccioso completamente curando una afección que en no pocos casos resultaba mortal.

Otros microorganismos, como el responsable de la lepra, resisten también muy mal el oxígeno a presiones elevadas lo que convierte a la oxigenoterapia hiperbárica en un elemento curativo extraordinario.

Si seguimos buscando microbios anaerobios encontraremos a muchos responsables de muy diferentes tipos de infecciones. La oxigenoterapia hiperbárica podría ser un tratamiento de elección, especialmente en enfermos hospitalizados.

Otras afecciones en las que se han demostrado las grandes ventajas de esta terapia son, por ejemplo, la intoxicación por monóxido de carbono, la osteomielitis y el infarto de miocardio.

Es ampliamente conocido y ha sido sobradamente demostrado que la radioterapia en el cáncer es mucho más eficaz cuando los tejidos están completamente saturados de oxígeno.

Cualquiera de las menciones anteriores justificaría que existiese, al menos, una cámara hiperbárica en los principales hospitales. Y, sin embargo, no es así.

En España, un ministro de la época franquista fue tratado con este método con tan gran éxito que se empeñó en traerse diecisiete cámaras hiperbáricas. La mayoría de ellas permanecieron olvidadas en los sótanos o almacenes de los hospitales que las recibieron.

Creo sinceramente que, en los próximos años, asistiremos a un creciente interés por esta terapia.

Y, dadas sus ventajas, me alegrará saber que he contribuido en algo.